
Sentada frente a mi ordenador levanto la vista y miro por la ventana, veo el maravilloso espectáculo que cada atardecer se recrea junto a mi. Es sobretodo en primavera y en verano cuando este espectáculo es más hermoso, si cabe.
Ahora vuelvo la vista a la pantalla par seguir mi trabajo y solo consigo percibir borrones de claroscuros. El sol, aún con su menguada intensidad de un astro en el ocaso de su día puede producir en mi esta sensación de deslumbramiento.
Ahora lo vuelvo a mirar y percibo diferentes formas… parece como ss se tornase azul.. ahora como si tuviese una tapa encima, ahora lo veo clarear.. en este momento como si tuviese bigote… No es un bigote, es solo que ha descendido y entre el y yo se dibuja la parte superior de un poste de la luz.
Ahora se esconde tras los árboles, lo veo poco a poco desaparecer. ¡No te vayas! No puedo dejar de mirar lo poco que ya puedo intuir detrás de las espesas ramas…desaparece y mi estancia queda casi a oscuras y siento un repentino frío recorrer mi cuerpo.
Ahora solo queda el recuerdo y la necesidad de volver a disfrutar de el mañana, aún sabiendo que el final será el mismo, al menos sé que podré disfrutar de el por un tiempo.
Me deja una sensación melancólica y me pregunto si no serán así los amores frugales, los amores que aún no siendo de verdad duran un tiempo en el que nuestro corazón se siente acariciado. Buscamos el gran amor, hablamos de almas gemelas, nos contamos historias de personas que han vivido toda su vida junto a ser ser amad@.
Eso está muy bien, son un@s cuant@s afortunad@s, tocad@s por la varita mágica del destino. Y l@s demás ¿qué hacemos?, ¿nos dedicamos a buscar ese amor intenso y dejamos de vivir los pequeños amores, que cómo en mi atardecer, dura un ratito y en el que sabemos que finalmente acabará?
No tengo la respuesta, en ocasiones pienso que lo mejor es esperar el gran amor y que ese tiempo de espera es una preparación para el gran momento. Otras no creo que ese momento vaya a llegar, que todo es una ilusión de nuestra mente y que la vida es vivir las experiencias del día a día y que si la magia llega hasta ti, entonces hay que disfrutarla intensamente.
Seguiré buscando respuestas, el día que no las busque estaré muerta, de cuerpo, de mente o de corazón.
Hoy me quedo con el disfrute de haber, un día más, contemplado el atardecer, de hacerme preguntas y de mis emociones y sentimientos.